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Un año después…
El resto de los días, el dolor me golpeaba el pecho recordándome que Nathaniel, nunca volvería.
—Te echo de menos –susurré a la ventana viendo de reojo a Gabriel dormido. Cerré los ojos con aprensión, imaginando que quizás… en algún momento volvería a verle. Salí al jardín, luego de avisarle a la nodriza que me alejaba.
Caminando sobre