María después de escuchar todo el dolor que pasó ese hombre, se sintió triste. Una enorme angustia la invadió, sin poder evitarlo se levantó para envolverlo en un abrazo.
—Lamento todo lo que ha pasado señor –comentó con los ojos cristalinos y él dio un respingo por el contacto –lo siento…
—No es nada –susurró y ella se sentó junto a Gabriel –debemos… irnos a un lugar mas seguro por Gabriel.
—Lo sé.
Nos subimos dos caballos. Para ser ciego, Nathaniel, sabía exactamente donde ir. Lo hacía con una gracia magnifica, incluso a pesar de no tener la mejor movilidad. Iba en silla de ruedas por su escasa visión y sus piernas comenzaron a fallarle por la enfermedad.
Avanzamos, y mientras pasamos algunos campos profundos, levantó la mano. Al hacerlo, se acercaron unos hombres de color do