El Duque la inspeccionó con sus ojos fríos y desinteresados. "¿Estás embarazada?", le preguntó. Emma asintió. El Duque gruño. "¿Y de quién?" Él apretó los dientes. "¿De algún joven estúpido?" Valérie sacudió la cabeza con determinación. "¡No!" "Entonces, ¿quién?" Él la acercó más y ella pudo ver el rastro de enfado en sus ojos. "Un hombre que me raptó", respondió ella en un susurro.
Leer másLa muchacha, Emma, se encontraba de pie frente al desconocido, con las manos temblando y la mirada baja. El Duque le había comprado a su padre, el Marqués, y ella no sabía qué esperar.
El Duque la inspeccionó con sus ojos fríos y desinteresados. "¿Estás embarazada?", le preguntó.
Emma agarró.
El Duque gruño. "¿Y de quién?" Él apretó los dientes. "¿De algún joven estúpido?"
Emma sacudió la cabeza con determinación. "¡No!"
"Entonces, ¿quién?" Él la acercó más y ella pudo ver el rastro de enfado en sus ojos.
"Un hombre que me raptó", respondió ella en un susurro.
El Duque se quedó en silencio durante un largo momento, contemplando a Emma. Ella podía sentir su ira y su desdén. Pero por alguna extraña razón, también notó una leve nota de compasión en su mirada.
Él sospechó. "Muy bien. Te daré alojamiento y comida, pero no esperas nada más de mí. ¿Entendido?"
Emma se acercó con rapidez. "Sí, milord". Se dio cuenta de que tenía suerte que el Duque la hubiera salvado de la ruina económica que lo esperaba si hubiera sido lanzada a la calle. Sin embargo, estaba aterrorizada ante la perspectiva de estar encerrada en un castillo con un hombre tan severo y dominante.
El Duque se volvió gruñir y se volvió para dar órdenes a sus servidores. Emma lo siguió de cerca, no tenía otra opción. Pronto se encontraron en el interior del castillo, y ella no pudo evitar mirar a su alrededor, admirando los lujosos interiores.
"¡Vamos!", gruñó el Duque.
Emma se apresuró para seguirlo.
Emma se encontró en un dormitorio oscuro y sombrío. El Duque la dejó allí con un criado, que la ayudó a llevar su equipaje al armario. Luego se acercó a la cama y se miró en el espejo en la pared. Se sintió una intrusa en el hogar de otro, y no podía dejar de pensar en lo que le esperaba en los meses venideros.
Durante las siguientes semanas, el Duque se mantuvo en su propio mundo, rara vez interactuando con Emma. Ella se movió por el castillo con cautela, temiendo verlo en cualquier momento.
Una noche, mientras caminaba por los pasillos, oyó un sonido procedente de la biblioteca. Se detuvo en la puerta, titubeante y escuchando atentamente.
Emma escuchó el sonido de las hojas de los libros siendo volteadas. Entonces, una voz masculina se le acercó.
"¿Quién está allí?"
Emma se dio cuenta de que era el Duque. Se debilitó de inmediato, y se obligó a entrar en la biblioteca con su voz temblorosa.
"¡Lo siento, milord! ¡Me perdí!".
El Duque se volvió hacia ella, sorpresivamente calmado. "No hay nada que disculparse, niña. ¿Cómo te llamas?"
"Emma, milord", dijo ella en un murmullo.
El Duque la miró y se acercó. "¿Te gustaría leer?"
Emma ascendió. "Sí, milord".
"Bueno, te presto estos libros, entonces.
Durante las siguientes semanas , el Duque se convirtió en una figura constante en la biblioteca. Aunque era duro y evasivo, Emma empezó a disfrutar de sus conversaciones sobre literatura y el mundo.
Una noche, el Duque se acercó a ella, su voz suave como el viento. "Emma, debes saber que no siento el amor hacia ti.
Emma tragó saliva y miró fijamente al Duque, sintiendo su corazón batir más rápido. "¿Qué quiere decir con eso, milord?"
"Quiero decir que me importa tu bienestar, pero no siento amor hacia ti", dijo él, con los ojos clavados en los de ella. "Mi corazón ya se ha roto una vez y no lo haré otra vez".
El corazón de Emma se apagó al oír esto. Sabía que se estaba comportando de una manera estúpida. Sabía que no tenía que caer en sus brazos o quererle. Pero su cuerpo y su mente no estaban de acuerdo.
"Lo entiendo", dijo, al fin. "No espero nada de usted".
Los días pasaban lentamente. Emma se hacía cada vez más grande con su hijo dentro de ella. Comenzó a sentir que su cuerpo era de alguna manera distinta. ¿Sería por el embarazo?
Un día, el Duque se acercó a ella y puso una mano en su vientre. "¿Cuándo nacerá?"
"Dentro de un mes, milord", dijo Emma, sintiendo la mano del Duque en su vientre. Su corazón se aceleró. ¿Era él lo suficientemente cerca para sentir al bebé moverse?
El Duque retiró su mano. "¿Tienes un nombre para el niño?"
Emma sacudió la cabeza. "Aún no, milord".
Durante las siguientes semanas, Emma sintió que el Duque estaba cada vez más cerca de ella. Seguía estando cauteloso y distante, pero se sentaba cerca de ella durante las comidas y hasta se había vuelto algo menos severo.
Entonces, un día, Emma se despertó y sintió que su cuerpo estaba agitado.
"¿Qué sucede?" -Preguntó el Duque, entrando a su habitación. Su rostro estaba suavizado por el temor y la preocupación.
Emma sintió una oleada de dolor en su vientre. "Creo que... El bebé va a nacer ahora".
El Duque palideció. "¡Un criado!", gritó, hacia el pasillo.
El cuarto se llenó de criados y médicos. Emma se aferró a la mano del Duque mientras los dolores se hacían más intensos. Entonces, de repente, todo fue calma y silencio.
"¿Qué sucede?", preguntó Emma.
Un médico se volvió hacia el Duque. "¡Ha nacido un niño saludable!".
María después de escuchar todo el dolor que pasó ese hombre, se sintió triste. Una enorme angustia la invadió, sin poder evitarlo se levantó para envolverlo en un abrazo.—Lamento todo lo que ha pasado señor –comentó con los ojos cristalinos y él dio un respingo por el contacto –lo siento…—No es nada –susurró y ella se sentó junto a Gabriel –debemos… irnos a un lugar mas seguro por Gabriel.—Lo sé.Nos subimos dos caballos. Para ser ciego, Nathaniel, sabía exactamente donde ir. Lo hacía con una gracia magnifica, incluso a pesar de no tener la mejor movilidad. Iba en silla de ruedas por su escasa visión y sus piernas comenzaron a fallarle por la enfermedad.Avanzamos, y mientras pasamos algunos campos profundos, levantó la mano. Al hacerlo, se acercaron unos hombres de color do
Nathaniel.Siempre que llegaba un barco a las tierras, esperaba con pasciencia. Intentando escuchar los susurros y voces. Estaba ciego, y en una silla de madera. Me habían robado lo que tenía, asaltándome mas veces de las que quería recordar.Aquella enfermedad, había arrasado con todo lo que yo era y tenía. Llegar a estar tierras, se habían apoderado de mi antiguo yo. Sin embargo, cada vez que un barco llegaba, yo… me encontraba esperando.Escuché pasos, caminaban a mi lado, yo estaba en el medio de la multitud y el bullicio. De pronto, sentí un cuerpo tibio envolverme en un abrazo. Su aroma me era familiar, y escuché un balbuceo de bebé. Fruncí las cejas.—¿E—emma…?—Soy María Milord… traje a Gabriel conmigo. Emma.. se quedó.—¿Emma dejó a su hijo solo? –preguntó y
La mañana del día de su boda, Henry, el rey, se vestía con su traje real mientras su corazón latía con anticipación. Salió del salón y caminó hasta el patio principal donde Emma, la bella viuda, lo esperaba con su vestido rosa brillando al sol de la mañana.—Emma, mi amor —dijo Henry con el mayor afecto —Este día ha sido un sueño por mucho tiempo.Emma le devolvió una sonrisa y extendió su mano. Henry tomó su mano y la besó con suavidad antes de dirigirse hacia el altar donde su padre, el obispo, esperaba.Los invitados callaron y miraron con cautela mientras el obispo recitaba sus votos.—¿Henry, de nuestra gran y amada tierra, juras por tu corazón y tu vida amar y respetar a tu esposa Emma, por el resto de tus días? —preguntó el obispo.Henry miró con cariño a
————————————————————————————————————————————————————————Me negué rotundamente. Finalmente a regañadientes, mi madre me llevó frente al barco. Sé que quería que luchara con ella, pero jamás arriesgaría la vida de Gabriel por un capricho de una persona que nunca estuvo.Me subí escuchando los murmullos de las personas a mi alrededor. Suspiré sintiéndome impaciente por sarpar, sin embargo, el recuerdo de Henry, me azotó sin piedad. Sus ojos, su sonrisa, todo el tiempo que estuvo a mi lado protegiéndome sin pedir nada a cambio.Algo en mí, se rompió en ese instante. Miré con los ojos cubiertos de lágrimas, hacia la embarcación. María me observó con una mueca, cuando estiré los brazos para entregarle a Gabriel junto a la bolsa de monedas.—Debo volver con él –comenté y ella me observó confundida.—No puedes abandonar a tu hijo –contestó y negué.—Nunca lo abandonaría, pero… no puedo irme y dejar solo a la persona que estuvo protegiéndonos
————————————————————————————————————————————————————————————————————Un año después…El resto de los días, el dolor me golpeaba el pecho recordándome que Nathaniel, nunca volvería.—Te echo de menos –susurré a la ventana viendo de reojo a Gabriel dormido. Cerré los ojos con aprensión, imaginando que quizás… en algún momento volvería a verle. Salí al jardín, luego de avisarle a la nodriza que me alejaba.Caminando sobre
—¿Qué más quieres, Nathaniel? —preguntó Henry, enojado. ¿Qué más podía pedirle a su amigo del reino vecino? ¿No era lo suficiente que le hubiese ofrecido a su bruja para que le curase su enfermedad mortal?Nathaniel respiró profundamente, tratando de reunir su coraje.—Mi rey —dijo finalmente, sosteniendo la mano de su amigo en una indicación de apoyo —Le ruego que cuide de mi esposa mientras estoy fuera. Los hechizos de su bruja aún no han producido efecto, y me temo que mis días están contados.Henry arqueó una ceja, pero no dijo nada. Al final, Henry se inclinó hacia delante y, recogiendo la mano de Nathaniel, cerró sus dedos frágiles.—De acuerdo —aceptó —Enviaré a mis mejores guerreros para que te escolten de regreso a tu territorio. Y asegúrate de que tu esp
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