Fui allí a pedir una explicación... No hablamos de nada y mis bragas ya estaban empapadas y todo mi cuerpo lo clamaba. No volvería a ver a Héctor en el corto plazo. No tenía idea de cuánto tiempo le tomaría a mi abuela mejorar, y ni siquiera estaba seguro de si regresaría a la capital.
Una vez más mi vida dio un vuelco. Y justo en ese momento pensé que todo encajaba: un buen trabajo, una posible relación sentimental después de tanto tiempo sola...
Héctor me llevó a la mesa de cristal y abrió mis piernas, colocando su cuerpo entre ellas. Sentí su lengua sobre la mía y entonces me di cuenta de lo involucrada y enamorada que estaba de ese hombre y que me extrañó mucho en esos miserables dos días, es decir, 48 horas. ¿Qué sería de mí?
El beso se hacía más caliente e intenso y lo sentí cuando su boca parecía querer devorarme y mis labios no la dejaban, por completo. El olor de Héctor estaba acabando con mi cordura... El perfume caro se mezclaba con toda la virilidad que llevaba.
Cuando me