- ¿Cómo desapareciste? No hay forma de que ella desaparezca. Si la dejaste en la sala, debe estar en algún lado... Le gusta jugar al escondite.
Me levanté y bajé corriendo las empinadas escaleras de madera. La habitación estaba vacía.
Fui a la puerta de cristal que daba a la calle y estaba cerrada pero no con llave.
- Es imposible que alguien haya entrado aquí... y se la haya llevado. - dije inseguro.
- No está en la cocina - dijo el ama de llaves - Ni en las habitaciones de camino.
Héctor bajó corriendo las escaleras, metiendo un abrigo en sus brazos:
- Tenemos que buscar en todas partes.
- ¿Como supiste? – Lo miré.
- Ben... Escuchó todo por teléfono. Y me dijo
Empezamos a buscar por la casa. El hombre a cargo del lugar también ayudó, pero por fuera. Después de un tiempo, ya sabía que mi hija no estaba en la casa.
Salí a la calle, sintiendo mis pies sobre los pequeños y esponjosos copos. Ese momento se suponía que iba a ser tan perfecto. Sin embargo, todo lo que sentí fue que mi cora