Dentro de tu corazón duro.
—Yooo,no sé Mark,no me siento en condiciones de...
—¡Oh no!...no tengo apuro,¿sabes?,me encantan los spaghetti, a veces me gusta más saborearlos,sin prisas ,muy despacio,pero cuando los saco del horno están hirviendo ,¿crees qué así pueda disfrutarlos?—me interrumpe Mark con un tono sarcástico, terminando con un tono dubitativo y obvio.
—Creo qué no—respondo fingiendo que no entiendo a dónde quiere llegar.
—Claro qué no,así qué¿sabes qué hago?,espero ,tan pacientemente qué cuando están fríos , siento que la salsa se escurre por mis dedos y descarno la harina de los spaghetti,me encanta sacarles hasta lo último —concluye con su típica mirada clavada en mí.
Trago en seco ,el corazón se me acelera y como siempre no digo nada ,por suerte suena un “click” y llegamos.
—Bueno hemos llegado,¿te llevo ?—averigua Mark mirando mi maleta.
—No, gracias —respondo cortésmente con la evidente pregunta en mi cabeza de «¿cómo lograré cargar mi maleta hasta el apartamento?»
Cuando salimos Mark se despid