Kael, sin embargo, no se inmutó. Se inclinó sobre el mapa.
—Entonces propón una alternativa, que sea mejor. Más inteligente.
Me desconcertó, era un desafío, una prueba. Todos me miraban, los del Norte, escépticos. Los míos, esperanzados, los de la Tormenta, desconfiados.
Respiré hondo, obligando a Lira a retroceder. Mi mente, nublada por el dolor y la rabia, empezó a trabajar, a hilar estrategias, a recordar el terreno, las tácticas de Darío.
—Darío es arrogante —dije, hablando más para mí que para ellos— le gusta el espectáculo. La crueldad, no mandará a sus hordas a por un objetivo débil. Querrá algo que duela. Algo que demuestre su poder.
Kael asintió, casi imperceptiblemente, animándome a continuar.
—Sabemos que Fabio está con él. Fabio conoce nuestras debilidades, nuestros puntos débiles —evité mirar la tienda de Stefano— no atacarán por el flanco más débil. Atacarán por donde duele más.
—El almacén de provisiones de nuevo—dijo el Beta del Norte— sin comida, no aguantamos el invi