El fuego nos consume. Nos une. Nos alienta a entregarnos sin reservas.
Isabella
Me envuelve con sus manos y tira de mí para subirme a la cama. Lo hago, subo mi falda hasta la mitad de los muslos y me acomodo a horcajadas sobre él. Me entrego a la sensación que su boca provoca en todo mi ser. Sus manos expertas me recorren explorando cada parte de mi anatomía.
Jadeo dentro de su boca cuando su mano se apodera de mi pecho.
—¿Eres real? —inquiere con la voz ronca por el deseo.
—Lo soy —respondo ansiosa por ir más allá.
—Te he esperado todo este tiempo, mi dulce Isabella —susurra y me levanta ligeramente.
Le ayudo a apartar la bata de hospital, para luego bajar lenta y gustosamente mientras su falo me empala por completo. Me siento completa, llena. Siento que al fin estoy en el lugar correcto.
—Dime que sigues siendo mía —exige hambriento de mí.
—Lo soy. —A pesar de mi relación con Fernando, siempre he sido solo de él, de Alexander.
Muevo las caderas de adelante hacia atrás una y otra vez