El transcurso del aeropuerto al apartamento era corto. Enzo y Giovanni los guardias de seguridad no se desplegaron en ningún momento de su lado.
Al llegar, Dante se inclinó y le dio un beso en la frente, un gesto inesperado que la dejó congelada.
—Nos vemos mañana en la oficina...
Pero algo en su interior lo impulsó a ir más allá.
—Te acompañó adentro, casi no puedes caminar.
—Estoy bien...Kaiser me puede acompañar.
—No estás bien, estás coja yo te ayudo. Eres mi mujer no de Kaiser ¿o hay algo en tu casa que no quieres que vea?
Ella se quedó congelada "¿Su mujer?"
Sin pensarlo, él la tomó en brazos y caminó hacia la puerta, subió los escalones y en minutos ya estaban dentro de su apartamento, sin que ella estuviera lista para recibirlo.
Afortunadamente, Marco, su guardián y mentor que se hacía pasar por su tío enfermo, tenía la casa en orden.
—Ya llegamos tío.
Marco que estaba en la cocina levantó la vista y casi se atraganta con el caldo que estaba preparando al ver a Da