NO TE SALDRAS CON LA TUYA.
Damián Feldman.
Sentí que mi cabeza iba a explotar. La sangre me hervía en las venas, y no tenía escapatoria. Bartolomeo acababa de leer la denuncia, la misma que Leonardo me ayudó a redactar, y aun así... aun así, negó todo. Como si lo que había visto con mis propios ojos no fuera más que un ataque de celos.
¡Un ataque de celos! Sobre todo celos por la mujer de mi padre.
No podía con la idea de su rostro sereno, de su mirada esquiva mientras me decía que lo estaba inventando, que estaba distorsionando la realidad. Como si yo no supiera lo que había visto, fueron evidentes, lo disfrutaban. ¡cínica! Amelie también lo negó todo, yo la vi.
Y ella... ella no lo había empujado.
Mi mandíbula dolía de tanto apretarla. Golpeé el botón del ascensor con más fuerza de la necesaria. El corazón me retumbaba en el pecho como un tambor de guerra. Si mi padre estaba dispuesto a ignorar la verdad, entonces yo no lo haría. Si él se negaba a abrir los ojos, yo iba a arrancarle la venda. A golpes, si er