NARRADOR OMNISCIENTE
Armando sacudía la cabeza, incrédulo. Frente a él, su exesposa y su hijastro se besaban con una pasión que no dejaba lugar a dudas. Ni siquiera les importaba estar en la oficina de Bartolomeo Feldman.
—Deberías aprender a tocar la puerta —espetó Damián, caminando hacia él con una mirada filosa.
—Estaba abierta, idiota. Si ibas a revolcarte con la esposa de tu padre, al menos ten la decencia de cerrar.
Damián apretó los puños, su rostro se tiñó de rojo.
—¿De qué demonios hablas?
—De lo que acabo de ver —se burló Armando—. Ahora entiendo por qué mi querida exesposa no quería volver conmigo… Si anda de cama en cama con toda la maldita familia Feldman.
La sangre de Damián hirvió. Se lanzó contra Armando y lo tomó del cuello, levantándolo del suelo con una furia brutal.
—¿Cuántas veces tengo que romperte la cara para que dejes de meterte con Amelie, imbécil?
—¡Damián, basta! —gritó Amelie, tirando del brazo de su brazo con desesperación—. No vale la pena, ¡suéltalo!
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