Julie se alistaba frente al espejo, ajustando los botones de su blusa color crema. Su cabello caía en ondas suaves sobre los hombros, y el maquillaje era apenas un toque de luz en su rostro. Sean, aún en la cama, la observaba con una sonrisa perezosa.
—Si no te apresuras —dijo con humor—, voy a tener que traerte de vuelta a la cama.
Julie soltó una risa suave.
—Eso no va a pasar. Emily me espera, y tú necesitas descansar.
—¿Descansar? —repitió Sean—. Después de anoche, creo que quien necesita recuperación no soy yo.
Julie le lanzó una mirada divertida, terminó de vestirse y salió rumbo al restaurante.
***
Emily ya estaba sentada en una mesa junto a la ventana, con café en mano y una sonrisa que no ocultaba curiosidad.
—¿Vas a confesarme lo que pasó entre tú y Castelli? —preguntó apenas Julie se sentó.
Julie se sonrojó un poco, pero no esquivó la pregunta.
—Lo hicimos, Emily. Disfruté de él… y él de mí.
Y me encantó.
Emily se llevó las manos a la boca, emociona