Julie despertó sola.
La suite estaba en completo silencio y la cama... tibia, pero vacía.
Se incorporó lentamente, con el cabello algo revuelto y la bata desordenada. La noche anterior había sido un vaivén emocional, una batalla de deseos y autocontrol. Y ahora él no estaba.
—Perfecto —susurró—. Primera noche de matrimonio ficticio y ya estoy haciendo suposiciones.
Se levantó con desgana, se peinó de forma simple y eligió una bata nueva: blanca, con ribetes dorados, elegante pero informal. Iba descalza, pero el piso de mármol se sentía más frío que el ambiente. Se puso unas sandalias y salió al pasillo.
Desde la barandilla del segundo piso, podía ver la recepción.
Sean estaba allí.
Con una sonrisa cordial, perfectamente vestido, hablando con un grupo de recién llegados. Ejecutivos internacionales, por la pinta. Dos hombres maduros y… una mujer.
Julie se detuvo en seco.
La mujer tenía una melena oscura, perfectamente peinada, gafas de sol posadas sobre la cabeza, vestido ceñid