CAPÍTULO 92. Un Incendio Bajo el Agua.
Valentina despierta horas después. La cabeza le pulsa con un dolor sordo. La imagen de Luca y el sofá de cuero es lo último claro. Se siente avergonzada y estúpida.
Ana está sentada en una silla junto a la cama, durmiendo. Al escuchar el leve movimiento de Valentina, se despierta de golpe.
—¡Valentina! ¡Gracias a Dios! —exclama Ana, se acerca para darle un abrazo cauteloso.
—¿Qué... qué pasó? —pregunta Valentina, su voz áspera.
—Tranquila, mi niña. Estás en casa. Alejandro te trajo. Estaba muy asustado... todos lo estábamos. Parece que… bebiste mucho.
El nombre de Alejandro la golpea. Y con él, un flash de su rostro cerca de ella, de sus brazos. ¿Dijo algo? ¿Hizo algo? El pánico la inunda.
—¿Dónde está él?
Ana le sonríe con dulzura.
—Salió apenas te trajo a la mansión. Me ordenó que no te dejara sola y que estuviera muy al pendiente de ti. Estábamos muy preocupados, Valentina. Pasaban las horas y no sabíamos nada de ti.
El corazón de Valentina dio un vuelco. No por alivio, sino por un