CAPÍTULO 91. Refugio de amor.
Alejandro conduce hasta el barrio de Luca Moretti con una furia fría que casi lo anestesia. Cada semáforo, cada coche lento, es una ofensa personal. Aparca de golpe. Sube los escalones del edificio sin molestarse en saludar al vigilante de turno y toca el timbre del apartamento de Luca con la rabia contenida en sus nudillos.
La puerta se abre de inmediato.
Luca Moretti está en la entrada. Lleva una camiseta de cuello V color carbón y pantalones casuales, con el pelo ligeramente despeinado, como si lo hubieran interrumpido en medio de una copa nocturna.
—Qué rápido has llegado, Alejandro —dice Luca, su tono bajo y sin ningún atisbo de sorpresa.
Alejandro ignora el saludo. Su voz es un gruñido bajo, controlada solo por la urgencia de su misión.
—¿Dónde está Valentina?
Luca levanta una ceja, haciendo un gesto de paciencia.
—Está bien, te lo aseguro. Pasa. Está durmiendo en la sala de estar. No he querido moverla, para ser sincero.
Alejandro entra sin esperar una segunda invitación. No h