CAPÍTULO 93. El Segundo Acto.
Valentina no responde con palabras. Su cuerpo, completamente desnudo y todavía vibrando con la intensidad del clímax anterior, es su única respuesta. Ella levanta las manos y acaricia los contornos esculpidos del pecho de Alejandro, sus dedos trazan la línea húmeda de sudor que se hunde en el pantalón que aún lleva puesto. Su mirada es pura ansia, un fuego innegable que refleja la determinación en los ojos de él.
Él sonríe, una curva lenta y predadora. La duda se ha desvanecido. Inclina la cabeza y la besa, pero este beso es diferente. Ya no es la caricia exploratoria; es posesión. Su boca se abre sobre la de ella, profunda, hambrienta. La lengua de Alejandro es un eco de la experta danza de hace unos momentos, pero ahora con una urgencia que promete más. Ella devuelve el beso con la misma ferocidad, el sabor a excitación y perfume ahora en su propia boca, una deliciosa mezcla que la embriaga.
Mientras se besan con desenfreno, él usa una mano para deslizarse bajo su espalda, arqueándo