CAPÍTULO 57. Cuando la verdad tiembla en las manos.
—Tres días, Valentina… —murmura Ana al entrar, con el rostro pálido y las manos levemente temblorosas—. Han sido tres días completos y hasta hoy pude salir por tu encargo.
Valentina la mira con los nervios crispados, el corazón golpeándole en el pecho como si fuera a salírsele. La respiración se le agita y cada latido retumba en sus oídos. Sus manos están ligeramente húmedas, y un temblor le recorre los brazos. Ana, en silencio, saca de su bolso la prueba de embarazo y la coloca frente a ella.
Valentina la toma entre sus dedos, que apenas logran sostenerla. Observa la cajita como si fuera un objeto ajeno, peligroso, capaz de cambiarlo todo. Sus ojos recorren las indicaciones impresas con atención, y luego levanta la mirada hacia Ana, buscando algún tipo de certeza en su gesto. Ella, con el corazón acelerado, espera sin pronunciar palabra.
—Gracias por esto… —susurra, con la voz quebrada, como si la prueba en manos de Ana pesara toneladas sobre sus hombros.
Ana le acaricia el brazo con