CAPÍTULO 58. Noticias envenenadas.
Alejandro respira hondo, obligándose a apartar de su mente la imagen de Valentina.
—No puedo darme el lujo de perder más tiempo pensando en ella. Tengo que concentrarme en lo que importa: el proyecto de la Marina —dice en voz alta.
Golpea el timbre junto a la cama y, al cabo de unos segundos, aparece Dante.
—Ayúdame a vestirme —ordena con voz seca.
Dante asiente en silencio y lo ayuda a ponerse la camisa, el saco y a acomodarse en la silla de ruedas.
Alejandro mantiene la mirada fija en el suelo, tratando de contener el torbellino que lo desgarra por dentro. Cuando termina, Dante lo empuja hasta el despacho. Una vez allí, Alejandro toma el control de la silla y se coloca detrás del escritorio.
Marca algunos números en el teléfono, su voz firme, aunque cargada de impaciencia:
—Quiero un informe completo de los avances en la Marina… Sí, hoy mismo. No me interesa si aún falta documentación, ¡quiero resultados ya!... —Hace una pausa, escuchando al interlocutor, y golpea el escritorio con