CAPÍTULO 50. Cuando los secretos golpean.
—Dime, Valentina… —Alejandro se inclina hacia adelante, su mirada fija en ella como un puñal—. ¿Sabes cómo murió Óscar Ferraro?
—Yo… no entiendo de qué hablas.
Él sonríe con desprecio, ladeando la cabeza.
—No entiendes… —repite con ironía—. Pues yo te voy a hacer entender. Óscar Ferraro no muere por casualidad, Valentina. Y tu “honorable” padre tiene todo que ver.
—¡Basta! —exclama ella, temblando—. No vuelvas a hablar así de mi papá.
—¿Basta? —Alejandro la imita con burla—. No, Valentina, apenas comienzo… tendrás que cargar con la sangre que mancha las manos de tu familia.
Valentina retrocede un paso, el corazón le late a toda velocidad.
—No es posible… —murmura—. Tú… tú mientes.
Alejandro golpea con fuerza el brazo de la silla, el sonido resuena en todo el salón
—¡No me llames mentiroso! —ruge, con la mirada clavándose como cuchillas—. ¿Acaso no sabes que tu “honorable” padre siempre estuvo enamorado de Luciana? ¿Acaso nadie te contó que tu padre acosaba a mi madre hasta hacerle la