CAPÍTULO 47. Furia contenida.
—¡¿Dónde está Valentina?! —grita Alejandro, recorriendo la mansión con los ojos llenos de preocupación y rabia.
Isabela se acerca rápidamente, tratando de mantener la calma.
—Alejandro… nadie la ha visto desde hace un rato.
Alejandro frunce el ceño, visiblemente alterado, y mira alrededor con impaciencia.
—¿Cómo que nadie la ha visto? —pregunta, la voz temblándole por la preocupación—. ¡¿Acaso se fue sin avisar?!
En ese momento, uno de los choferes visiblemente nervioso, se acerca a él.
—Señor, ella me dijo que necesitaba ir al hospital… a buscar algo por sus órdenes —explica, un poco nervioso—. La estuve esperando, pero… no regresó.
Alejandro aprieta los puños, respirando con dificultad.
—¿Qué significa “no regresó”? —exclama, intentando no perder el control.
—Que desapareció, señor —responde el chofer, incómodo—. Yo me quedé esperando en el auto, pero ella nunca volvió.
Un silencio tenso llena la sala. Alejandro cierra los ojos un instante, intentando calmarse, pero su mente ya corr