POV ALEKSEY ROMANOV
Estaba a punto de colocarme la camisa cuando la puerta se abrió sin previo aviso. Me giré de inmediato, con la tensión de siempre, pero cuando vi de quién se trataba, mi cuerpo, acostumbrado al peligro, se permitió relajarse apenas.
Mi madre.
Sin decir nada, volví la vista al espejo y continué vistiéndome, abotonando la camisa con movimientos meticulosos. Ella no dijo nada al entrar. Simplemente caminó con la misma gracia que la caracterizaba, como si flotara en lugar de pisar el suelo, con ese porte elegante que jamás perdió con los años. Pero cuando se detuvo a mi lado, capté lo que intentaba disimular.
Sus labios, ligeramente hinchados. El sonrojo en su piel. La respiración superficial, y sus ojos... brillando de esa manera que solo sucede después de llorar.
Una punzada de rabia se encendió en mi pecho.
Me giré de inmediato, dejando de lado los últimos botones de mi camisa, y sostuve su rostro con ambas manos. Su piel estaba tibia, pero las marcas de las lágrima