POV VITTORIA ROMANOVA
—Lo siento, no hablo ruso —murmuré en inglés, sintiéndome un poco fuera de lugar.
La mujer parpadeó, sorprendida, pero inmediatamente asintió con comprensión.
—¿Quiere algo, señora? —preguntó con acento marcado.
—Solo... quería conocer un poco la casa —respondí con suavidad—. Y tal vez una taza de té, si no es molestia.
La mujer asintió y se giró para prepararlo. Mientras esperaba, dejé que mi mirada recorriera la cocina. Había ventanales que daban al jardín trasero, donde la nieve cubría parte del paisaje, y más allá, los altos muros que protegían la propiedad.
Pocos minutos después, la mujer regresó con una taza humeante.
—Té negro con miel —dijo con una pequeña sonrisa—. Bien para frío.
—Gracias —murmuré, tomando la taza entre mis manos para absorber su calor.
Me dirigí hacia una de las sillas altas junto a la isla de mármol y me senté, disfrutando del momento de calma. El aroma del té y el leve murmullo de las empleadas trabajando creaban una atmósfera tranqu