Al llegar a la Ciudadela, Alexis frunció el entrecejo notando que su familia no lo esperaba en la entrada, incluso Eván se movió incómodo a su lado. Por si las moscas, el Don sacó su arma, manteniéndola en su mano.
Una sumisa les abrió la puerta y Alexis supo que algo andaba terriblemente mal.
Su madre estaba de pie, pálida, su tía miraba a cualquier punto excepto a él, Yelana lo contemplaba con expresión expectante y Milia estaba francamente temblorosa.
—Bienvenido, mi Don.- Susurró su madre.
—¿Qué carajos pasó, Nikola?- masculló él, impaciente.
Nikola se alisó su impecable peinado con mano temblorosa.
—Esta mañana, cuando bajé al primer piso, la encontré muerta al pie de los escalones. Al parecer resbaló y rodó escaleras abajo.
Alexis recorrió la sala de espera con su gélida mirada. Todas las mujeres de su familia vestían de negro y todas estaban presentes en la sala de estar, a excepción de una.
Cerró sus ojos, apretando fuertemente sus párpados hasta que se visión se tornó