Capítulo treinta y siete. Hermanos
Hermanos
Ajeno a todo lo que en Italia sucedía con su familia, Paolo miró el cuadro familiar en la sala de la familia Montecarlo, aquella imagen fue la primera que captó su atención y la del chico que era unos años menor que él y que extrañamente se parecían.
—¿Quién es él? —preguntó mirando a Paula con curiosidad, aún no podía creer que fuera su tía y no su madre.
—Él es Alejandro y ella Leticia —respondió, señalando a los dos niños en el cuadro.
—¿Él es tu esposo? —preguntó una vez, refiriéndose a Arturo.
—Lo es —respondió ella.
Paula no sabía exactamente como decirle a su sobrino que Alejandro era su hermano, sería una revelación delicada, pero no podía mantener oculta la verdad, ellos eran hermanos y debían conocerse. Saber que podían contar el uno con el otro.
—¿Dónde están ahora? —Paolo estaba nervioso, pero también tenía mucha curiosidad por conocer a su familia materna, desde que nació estuvo aislado, ni siquiera conocía a su abuelo Alessio, no personalmente porque nadie