Domenico Conte es el prestigioso y codiciado CEO de una de las empresas de carga marítimas internacionales más prestigiosa de Sicilia. Es la cara legal de los negocios ilícitos de su familia, los principales miembros de la mafia siciliana y el encargado del lavado de dinero de la organización. Domenico es tan hermoso como peligroso; es un hombre que no se doblega ante la voluntad de su padre cuando este le ordena que debe cumplir con la boda pactada con la hija de su padrino. Sin embargo, hay códigos en la mafia que no puede ignorar y, tras ser descubierto en la cama con Pilar Di Monti, no tiene más opción que sacrificar su libertad. Pilar Di Monti, solo quería huir de la orden dictada por su padre, pero jamás imaginó que terminaría entregándose al hombre que era su prometido y tras ser descubiertos, Domenico no solo aceptó su matrimonio, sino también le declaró abiertamente su desprecio por llevarlo al altar.
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Domenico Conte observó con semblante serio al hombre sentado frente a él, lo estudio por un breve momento para luego esbozar una ligera sonrisa.
—Me hiciste volar desde España, para decirme esto, ¿estás bromeando? —preguntó con tal calma, que el hombre frunció el ceño.
—Déjate de juegos, Domenico —le advirtió el hombre vestido tan elegante, como si fuese a asistir a un funeral.
—No estoy jugando, padre —aseguró tomando la copa de whisky entre sus dedos y bebiendo un sorbo sin que la mano le temblara. Como si no estuviese hablando con el jefe de la mafia.
—Tus asuntos en España, parecen haberte dejado mal —pronunció Alessio poniéndose de pie con la elegancia de una pantera.
—No tenías ganas de verte —respondió con frialdad—, y mis asuntos fuera de Italia no deben importarte.
—No debería importarme, si no hubiese cometido la imprudencia de secuestrar a una ciudadana española —señaló.
El cuerpo de Dominico se tensó en el acto, cogió la copa y la bebió de un solo trago. Recordar lo que había hecho a Paula Madrigal no era nada grato y menos el tener que aceptar que su amada Pía estaba muerta.
—¿Qué es lo que quieres?
—Se ha terminado el tiempo, Domenico, es hora que cumpla con el pacto —dijo taladrando al menor con la mirada.
—El pacto lo hiciste tú, no me siento responsable —señaló.
El rostro de Alessio se crispó, era evidente el enojo en sus facciones que habría amedrentado a cualquier hombre, pero Domenico no era cualquier hombre, él era conocido como el diablo siciliano y su apodo no era gratis.
—Ennio Di Monti espera que hagas honor a tu palabra y esta vez no huyas como lo hiciste hace diez años.
—Ya te lo he dicho antes, papá, no voy a casarme con Ilenia —refutó.
—No te estoy preguntando, Dominico, te estoy ordenando que te cases por el bien de la organización, tu padrino asumió el liderato de la Camorra hace unos días, espera que nuestra familia honre el pacto de sangre que hicimos hace años y solamente una boda lo puede lograrlo.
—Entonces cásate tú, porque yo no estoy en el mercado y si no tienes nada mejor que hacer, termina de largarte de mi casa porque lo último que deseo es ver tu cara.
El sonido de una bofetada se escuchó en la sala de aquella habitación, Alessio había cruzado el rostro de Domenico y rasgado su mejilla con su anillo.
—Esto —dijo enseñando el anillo del líder de la Cosa Nostra—. Debe hacerte recordar quién es el líder aquí, vas a casarte y no me importa nada más —añadió antes de salir de la habitación con dos hombres pisando sus talones.
—¿Estás bien? —preguntó su guardaespaldas.
—Trae otra botella —ordenó limpiándose la sangre que corrió por su mejilla—. ¡Espera! —gritó, haciendo que su guardaespaldas se detuviera—. Iré por ella.
Dominico salió de su oficina, un ático lujoso que amenazaba con acariciar el cielo y descendió al Malavita, la discoteca que funcionaba bajo tierra, justo como su nombre, El diablo bajó al inframundo dispuesto a reinar en sus dominios…
Lo que Dominico Conte no esperó encontrar, fue a aquella mujer bailando sobre la mesa, llamando la atención de todos los hombres presentes en el sitio, mientras movía las caderas de manera sensual, en una clara y descarada invitación a pecar.
Domenico no era un puto santo y ese día lo último que quería y deseaba era pensar.
—Prendilo per me —dijo.
—¿Signore? —el guardaespaldas no había comprendido la orden hasta que Domenico se puso de pie y con un movimiento de cabeza le indicó lo que deseaba.
—La quiero en mi cama esta noche. Consíguela para mí.
El guardaespaldas abrió los ojos ante la orden de su jefe, había pasado tiempo desde la última vez que Domenico Conte había elegido una mujer al azar.
—Pero Domenico…
—Ella vino al infierno y yo la llevaré al paraíso —aseguró con una sonrisa lujuriosa.
Domenico no preguntó nombres aquella noche, no quería saber con quién iba a dormir y a quién iba a hacerle el amor, no deseaba saber el nombre de la mujer a quien llevó al cielo y arrastró de nuevo al infierno.
Y a quien llamó Pía una y otra vez mientras sé corría en su interior…
Los rayos del sol se filtraron por el gran ventanal de aquel lujo ático, Domenico se cubrió el rostro con uno de sus brazos para evitar la luz molesta del astro rey.
—Dannazione —(m*****a sea) gruñó al intentar moverse y sentir un peso muerto sobre su pecho.
Domenico apartó la mano con brusquedad, sus ojos se detuvieron sobre los cabellos acaramelados de la mujer sobre él.
—¿¡Qué demonios!? —masculló, pero no fue capaz de terminar la frase, al escuchar el estrepitoso sonido de la puerta al abrirse y la voz enojada de Vittorio.
—No puede pasar, el señor Conte no está disponible en estos momentos.
—Me importa una mierd4 lo que esté haciendo ahora, me importa lo que ya hizo —gruñó el hombre a quien Domenico reconoció como su padrino. Ennio Di Monti.
El italiano apartó bruscamente el cuerpo de la joven, haciendo que la mujer dejara escapar un grito asustado al caer al piso.
—¡Hijo de puta! —gritó al verse en el suelo, pero no tuvo tiempo de decir nada más y Domenico ni siquiera pudo replicar al ver a Ennio parado en el umbral de la puerta.
—¡Pilar! —gritó mirando a la mujer en el piso.
—¿Qué demonios haces aquí? —cuestionó Domenico con furia.
—No vine por ti, Domenico. Viene por ella —señaló con un dedo y con el rostro lleno de furia.
—¿La conoces? —cuestionó, sintiendo un escalofrío correr por su columna vertebral.
El hombre sonrió.
—Es mi hija, Pilar Di Monti, tu futura esposa…
La felicidad de la familia Conte Di Monti parecía no tener fin, los días pronto se convirtieron en semanas, meses y años. Vittorio e Ivana habían sido bendecidos con dos hermosos niños a quienes llamaron Ramsés y Zeus. Fue el día que cumplieron su primer añito cuando Domenico les dio la libertad de marcharse bajo la seguridad de la organización, le ofreció comenzar una nueva vida en cualquier parte de mundo con el fin de proteger a sus bebés y pudiera tener una vida normal, como la que él y su familia nunca tendrían. Sin embargo, la respuesta de Vittorio e Ivana fue rotunda, ninguno de los dos aceptó aquella oportunidad de marcharse y dejar atrás el mundo oscuro de la mafia. —Estaremos contigo hasta el final, Domenico —dijo Vittorio, tomando la mano del diablo siciliano y agradeciendo la oportunidad que les estaban brindando. —No van a echarnos con facilidad —confirmó Ivana. Pilar y Domenico se miraron. —Si es su decisión, que así sea —pronunció Domenico, convencido que insistir
Tres meses después.El avión aterrizó en suelo siciliano el sábado por la mañana, fue custodiado por una veintena de hombres fuertemente armados, mientras escoltaban a la mujer a uno de los vehículos blindados de la organización.—El águila está en el nido, señor —habló uno de los custodios, mientras las camionetas se ponían en marcha con rumbo a la mansión Conte.—¿Todo bien? —preguntó Vittorio detrás de su jefe.—De maravilla, está de camino a casa —aseguró.Vittorio asintió.—Ivana y yo tomaremos las vacaciones que nos has ofrecido—informó—. No está de más recordarte que cualquier cosa que necesites solo tienes que llamar y estaremos de regreso —pidió.—No te preocupes, estoy seguro de que las tormentas han pasado —respondió.Domenico no pensaba que los acontecimientos fueran una tormenta, pero si un ciclón que casi termina con ellos, afortunadamente la situación se había inclinado a su favor y con la muerte de Pietro y la familia Di Monti, una nueva era estaba iniciando.—Sigo ins
Bienvenida a la familia Conte Pilar había pensado que había sentido ya todo tipo de dolor y que nada podía compararse a tener una bala metida en su carne, pero dar a luz a un hijo era lo más doloroso que alguien pudiera imaginarse. Quizá no le alcanzaría la imaginación, era como si todos sus huesos fueran apretados al mismo tiempo y estuvieran a punto de romperse y así como llegaba, desaparecía.Contracciones.El doctor le había mencionado todo lo que necesitaba saber, le había dado instrucciones para cuando el momento decisivo llegara, pero ¿Quién su sano juicio podía recordar una serie interminable de recomendaciones mientras su cuerpo era atravesado el dolor? Pilar dudaba que alguien fuese capaz de hacerlo, por lo menos ella no.Todo lo que Pilar deseaba era que su bebé no demorara en llegar y que el médico no demorara en entrar a la sala preparada para la llegada de su bebé, ella no sabía el sexo del bebé porque Domenico y Paolo habían pedido que fuese una sorpresa, así que Pilar
¿Sospechosos?«¡Pietro!»El grito de Alessio fue devorado por el sonido de las olas golpeando las rocas al fondo del acantilado. El mar se había tragado el cuerpo de Pietro…—¡Busquen su cuerpo! —ordenó Alessio a sus hombres. Estos se movilizaron con prontitud, lanchas rápidas salieron en la búsqueda y rescate del cuerpo de Pietro Conte, mientras helicóptero de Domenico y su familia aterrizaba en el helipuerto de la mansión procedente de Palermo.—¿Qué es lo que ha sucedido? —preguntó Domenico ante la movilización en masa del personal de seguridad, desde los aires había observado el movimiento de varias lanchas rápidas y lo primero que pasó por su cabeza fue Pietro.Domenico corrió al sótano sin esperar respuesta de su gente, atravesó el jardín y se internó en las oscuras gradas hasta llegar al recinto exclusivo para castigar a los traidores. La ira se abrió paso por su pecho al darse cuenta de que las cadenas estaban abiertas y que su hermano no estaba allí.—Lo siento, señor —dijo e
Peligrosa amistadEl placer corrió por la columna vertebral de Domenico, mientras los dedos de Pilar se deslizaron por encima de su piel, como si fuera una pluma. El cosquilleo le hizo estremecer, cuando esas manos rodearon su cintura y se metieron bajo las sábanas e hicieron contacto con la polla semi erecta del hombre.—Buenos días —susurró Pilar al oído de Domenico, mientras su lengua jugó con el sensible lóbulo de su oreja.—Pilar…—Me encanta cuando pronuncias mi nombre de esa manera, me haces sentir poderosa —dijo Pilar perdida por el deseo que le embargaba.—Tienes todo el poder sobre mí, Pilar, soy tuyo por entero y sin reservas —gruñó Domenico, mientras la boca de su esposa hacía estragos en su cuerpo.Pilar nunca había tomado del control de la relación, siempre había sido él quien la buscaba, por lo que aquella faceta de Pilar estaba enloqueciéndolo.—Voy a hacerte al amor —afirmó Pilar, mientras giraba el cuerpo fuerte de Domenico sobre la cama.Él sonrió.—¿Qué es lo que h
El diablo también sabe bailarDomenico observó en completo silencio a su esposa e hijo, tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no lanzarse sobre ella y cubrir su cuerpo con el sobretodo, pero no podía convertirse en un esposo celoso, no cuando los dos hombres en el yate solo tenían ojos para sus respectivas esposas. Las dos mujeres eran muy guapas, sin embargo, ninguna podía ser comparada con su bella Pilar.—Creo tontamente, que los tres tenemos el impulso de cubrir sus cuerpos —expresó Arturo, acercándose a Domenico y entregándole una copa de whisky.—No es un pensamiento tonto, es exactamente lo que quiero hacer —confirmó Domenico.—Totalmente de acuerdo —dijo Diego, pese a que Corolina no tenía cintura de arena, dos embarazos seguidos le habían hecho perder su figura de antaño, sin embargo, le había dado medidas correctas donde era necesaria, la ancha cintura no era un problema para él. —Tú tienes evidencia de que no le has podido quitar las manos de encima, Amari tiene poco
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