Todos pensaron que Alejandro no tenía autoconfianza.
Vicente empezó a flaquear, tocó a Quiana y le preguntó: —¿Apuestas por el señor Bucham porque tienes mucha confianza en él? Llevo seis años boxeando aquí y no he visto a nadie que pueda derrotar a Ismael.
Quiana contestó: —Claro que no, simplemente porque es mi amigo y le daría vergüenza no tener a nadie apoyándole. Además, no llevo mucho dinero encima, así que si pierdo, pues pierdo.
Vicente no sabía qué contestar.
Quiana le miró unos instantes y sonrió: —Ya es tarde para que te arrepientas, mira, mira, están a punto de comenzar.
La cara de Vicente se llenó de frustración y dijo: —Eso es lo que me ha dado mi mamá de extra para comer esta semana.
Parecía que había una gran posibilidad de que no pudiera comer un bocadillo después de boxear cada noche.
Quiana lo tranquilizó: —Quizá Alejandro pueda ganar. Lo he visto pelear, tiene la habilidad muy buena, tal vez sea mejor que Ismael. Mira, ya empiezan, ¡tenemos que animar a Alejandro!
V