Todos giraron la cabeza al unísono y miraron a Vicente.
Vicente entrecerró los ojos y sonrió: —De todas formas, Quiana no tiene novio, si vences a Ismael, te juro que voy a emparejaros.
Para este chico, Quiana y Alejandro eran una pareja hecha por Dios, los dos eran igual de guapos.
Era la primera vez que veía a un hombre tan guapo.
Más guapo que las estrellas favoritas de sus compañeros y con un auro de nobleza.
En resumen, a Alejandro le parecía estupendo.
Con tal de que le ganara a Ismael y pudiera hacer que él y Quiana se repartieran la apuesta, ¡sería aún mejor!
Valentín rió y dijo: —Alejandro, el chico dice que si puedes dejarle conseguir el dinero dejará que Quiana sea tu novia.
—Valentín, Vicente dice tonterías, y tú también.
A Quiana le pareció divertidísimo.
Le dio una ligera patada a Vicente y se rió: —Qué mocoso.
Vicente respondió con una carcajada.
Ismael sonrió al oír las palabras. Le preguntó a Alejandro: —¿Debo perder contra ti?
—Perderás, pero no hace falta que lo haga