Leandro me observaba desde el público, ligeramente escondido entre las sombras del auditorio. Su presencia era discreta, calculada, pero yo sabía exactamente dónde estaba. A pesar de la distancia, podía sentir su mirada fija en mí, como un ancla silenciosa que me recordaba que no estaba sola en aquella guerra.
Debía enfrentar una audiencia pública y anunciar oficialmente lo inevitable: Matt Stone y yo nos divorciábamos.
Las sillas comenzaron a llenarse con rapidez. Los periodistas parecían desesperados, se empujaban unos a otros para conseguir el mejor ángulo. Las cámaras profesionales apuntaban directamente a mi rostro, los flashes no paraban de dispararse y la iluminación era tan intensa que me provocaba náuseas. El calor de los focos mezclado con el murmullo constante del público hacía que el aire se sintiera denso, casi irrespirable.
Aun así, sonreí para mis adentros.
Había aprendido a mantener la compostura incluso en medio del caos.
No había tenido noticias de Matt en días, y e