Todo iba con calma aquella noche. La ciudad parecía respirar en silencio mientras las luces iluminaban tenuemente las calles, y en nuestra casa el ambiente era cálido, casi perfecto. La noche fue espectacular y celebramos el aniversario de nuestro matrimonio como se debía, con risas, miradas cómplices y promesas susurradas entre copas de vino. Por un momento, olvidé por completo el peso del hospital, las largas jornadas y las responsabilidades que cargaba sobre mis hombros.Me alisté con rapidez para ir al hospital, revisando mentalmente mi agenda y los pacientes que debía atender esa mañana, cuando una frase de Matt me sacó de golpe de mis pensamientos.—Mi Luna, quiero un bebé —dijo de pronto.Su voz era firme y seria, sin rastro de broma alguna, por lo que me giré lentamente para mirarlo. Sus ojos estaban clavados en los míos, brillantes, llenos de una determinación que me dejó sin aire.—¿Matt… hablas en serio? —pregunté, completamente atónita, intentando encontrar alguna señal de
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