Soledad se quedó helada.
Al ver esa espalda tan familiar, contuvo la respiración por un momento y su corazón dio un vuelco.
Daniel se dio la vuelta y el mundo pareció dejar de girar cuando ambos se miraron.
Vivía en Nyisrenda desde que Daniel la trajo a Ciudad Central y no se había puesto en contacto con él.
La única conexión entre ambos fue que ella se registró decenas de cuentas y publicó posts...
Al verse de nuevo ahora, Soledad no podía describir lo que sentía.
Se puso rígida y esbozó una sonrisa, esforzándose por mantener la naturalidad mientras le saludaba: —¡Hola uncle!
Los ojos de Daniel se oscurecieron y quedó inexpresivo.
Pero la mano de su costado se cerró ligeramente en un puño.
Estaba un poco enfadado consigo mismo, se repetía que había perseguido hasta el aeropuerto para volver a la zona austral con Lucía, porque estaba preocupado por la enfermedad de su tía, porque él también quería ir a la zona austral a relajarse...
Sin embargo, el subconsciente le decía que era porque