El policía Wilson se quedó atónito y dijo en voz baja: —Tengo miedo de que no la verás hasta que la deporten.
Exclamó Daniel: —¡¿Por qué?!
—Según la normativa, tras ser interrogada y pasar por el proceso pertinente, una persona como ella tiene que ser enviada a la frontera estatal, escoltada por una persona especial, y vigilada para comprobar que abandona el país antes de que se le permita hacerlo. Este proceso, sin embargo, está muy vigilado, así que no podrás verla.
Daniel estaba pálido y callado.
Tras un largo rato, el policía Wilson le miró y le dijo: —Señor Daniel, los interrogatorios no suelen durar más de cinco días... Así que el último día, quizá pueda echarle un vistazo desde lejos frente a la comisaría.
Daniel volvió a sentarse en el sofá como un balón desinflado.
El policía Wilson salió de la villa.
Lucía y Polo, sentados a ambos lados de Daniel, estaban a punto de decir algo cuando el hombre se levantó de repente.
Los dos hombres se sobresaltaron.
Entonces Daniel salió corr