Nunca me consideré una mujer curiosa.
Hasta que descubrí que la curiosidad no era un impulso… Era una necesidad de supervivencia.
Después de todo, estaba casada con un hombre que ocultaba más de lo que decía. Y perseguida por un fantasma que sabía demasiado.
La única opción era averiguar yo misma qué demonios escondía ese expediente Sellarés.
Empecé por lo obvio: mi exesposo.
Ethan Castelli. Abogado. Político emergente. Bien vestido. Había construido su imagen como el “hombre nuevo de la política”.
Y sin embargo… su interés en mí siempre fue demasiado conveniente.
Recuerdo cuando nos conocimos. Yo trabajaba como analista de datos en una fundación de transparencia electoral. Él, recién ascendido a una secretaría clave en el Ministerio del Interior.
Y me eligió.
No por amor.
Sino porque yo era útil. Silenciosa. Sola en este país y controlable.
Hasta que dejé de serlo.
Y entonces… me destruyó.
Volver a buscar información sobre Ethan fue como escarbar en un pantano. Había barro, había cu