ETHAN
El salón principal de la casa en las colinas tenía vistas a toda Roma, pero nada en esa panorámica era más valioso que la guerra que estábamos a punto de ganar. O perder. Segun sea el caso.
Me senté al borde del diván de terciopelo negro, con la camisa abierta hasta el tercer botón. Alessia paseaba por la sala como un tigre enjaulado. Descalza. Con un vaso de vino en una mano y una sonrisa afilada como una cuchilla en los labios.
—Te noto inquieta hermanita —comenté, jugando con el anillo de ónix que giraba entre mis dedos—. ¿Acaso te molesta que este buscando a Zoe?
—No eres mi hermano —respondió con calma, sin mirar atrás—. Nunca lo fuiste. Solo