Emily Sinclair, ve su vida desmoronarse cuando su esposo la obliga a firmar el divorcio. La pérdida de su bebé y la muerte de su padre, que deja a su familia en deudas, la empujan al abismo. Al descubrir la oscura verdad detrás de esas muertes, Emily toma una decisión audaz: ¡venderse para matrimonio con el despiadado CEO, Franklin Robinson, en busca de dinero y venganza! Franklin, un manipulador que vela únicamente por sus egoístas intereses, no tarda en atraer a Emily hacia una intensa y peligrosa atracción que la consume por completo. Sin embargo, cuando se entera de que está embarazada nuevamente, Franklin exige que se deshaga del bebé. Decidida a no perder a su hijo, Emily se enfrenta a un hombre que no conoce límites. ¿Podrá conquistar el corazón de Franklin, y lograr su venganza, o su matrimonio está condenado desde el principio?
Leer más✧✧✧ Más tarde, esa misma noche, en la mansión del señor Robinson. ✧✧✧ Tock~ Tock~ El toque a la puerta resonó en la habitación matrimonial. En el interior, la puerta del cuarto de baño se encontraba abierta, el suave ruido emitido por la regadera, cuando el agua tocaba el suelo llenaba el espacio, mezclándose con jadeos de deseo desbordante. —Ah… Fran~ —gimió Emily entre besos intensos y apasionados, aferrándose a su esposo desnudo frente a ella, que la sostenía entre sus brazos, apoyándola contra la pared fría y húmeda. La sensación del agua tibia cayendo por su cuerpo desnudo, empapando su larga cabellera pelirroja, se mezclaba con el calor del cuerpo de ese hombre frente a ella que la rozaba, cuyo cabello rizado se alizaba pareciendo más largo de lo normal, él pasó su mano por su frente apartando esos húmedos y rebeldes mechones de su oscuro cabello, sus ojos grises y afilados veían a Emily con deseo, mientras sus grandes manos la recorrían, tocándole descaradamente
Ava buscó desesperadamente a Gerald Phillips o a Abril, que sabía podrían estar presentes en la sala de espera, por el accidente de Loretta Sinclair. Cuando lo encontró, su rostro estaba empapado en lágrimas, y algo en su expresión le hizo sentir un dolor en el corazón. —Gerald —susurró doña Ava, acercándose a él—. ¿Dónde está Abril? ¿Sabes algo de Loretta? Él tragó saliva, intentando mantener la compostura. —Señora Ava… El vehículo era conducido por Abril, la bebé iba con ellas… Las tres están… Graves… —dijo ese hombre con voz ronca sumida en el dolor… O al menos, así lo hacía parecer. ¡La mujer quedó en shock por unos segundos!, llevando su mano a la boca, las comisuras de sus ojos se llenaron de lágrimas y la preocupación por su querida sobrina y la madre de esta, que era su amiga, afloró en su interior. Doña Ava se sentó al lado del CEO Phillips, intentando ofrecer consuelo… Tenía que ser fuerte. No sería de ayuda si se echaba a llorar. —Todo estará bien —murmuró con
Dentro del coche de Abril Phillips, la atmósfera era de pura desesperación. La carretera, parecía un laberinto de luces parpadeantes que la desorientaban. El sonido de los motores rugía a su alrededor, pero para Abril, todo era un eco distante. —¡No puedo! —gritó la mujer, su voz llena de terror mientras luchaba por mantener el control del volante. Sus manos temblaban, y el sudor recorría su frente. Sentía que el coche se deslizaba, como si tuviera vida propia, desobedeciendo sus órdenes. En el asiento trasero, su madre, doña Loretta, intentaba calmar a la pequeña Allison, que lloraba en su asiento de seguridad. —¡Whaaaa!~ El llanto de la bebé se mezclaba con el ruido del tráfico. —¡Abril, por favor! —exclamó Loretta, su voz temblando de ansiedad—. ¡Concéntrate! Tienes que controlar el coche. Abril apretó los dientes, sintiendo que el pánico la consumía. —¡No puedo! —respondió, su voz llena de desesperación mientras miraba por el espejo retrovisor, el rostro de su madre re
La mujer pelirroja sostenía el tenedor con aburrimiento, mientras veía el amplio salón comedor, sintiéndose sola. —Siempre está ocupado… Si no quiere pasar tiempo conmigo, que me lo diga… —se quejaba Emily, haciendo un puchero mientras llevaba el tenedor a sus labios. La mujer llevó su otra mano a su vientre ligeramente abultado, una sonrisita curvó sus labios. "Bueno… ¡Qué importa Fran! ¡Estoy muy emocionada!, mañana iremos al médico y… ¡Sabremos el sexo del bebé!" Las mejillas de Emily se volvieron coloradas, su rostro brillante de amor y dulzura, emocionada por la idea de ser mamá. —¡Al diablo tu papi, bebé! —rió ella con un poco de malicia. —¿Tanto odias a tu marido?, eres una mujer cruel —sonrió el CEO Robinson, mientras ingresaba al salón comedor. —¡TE TARDASTE! —alzó la voz Emily, mientras fruncía el ceño—. ¿Qué era tan importante qué…? —las palabras de la mujer se detuvieron cuando ese hombre se detuvo frente a ella, inclinándose, él besó sus labios. Un pequeño
>>> Narrador: ✧✧✧ Tres meses más tarde. En la mansión del CEO Phillips. ✧✧✧ —¡Whaaaaaw!~ —los llantos de la bebé resonaban en la sala principal. Mientras doña Loretta Sinclair, la cargaba en sus brazos. —Oh mi pequeña Allison, no llores, todo va a estar bien —la acurrucaba la señora entre sus brazos. La niña era como una pequeña copia de Abril, cabello rubio tan claro que parecería blanco, y ojitos grandes de ese hermoso tono miel. —¡Es por nuestra hija! ¿Qué clase de hombre eres! —gritaba Abril furiosa y entre lágrimas, mientras seguía al CEO Gerald Phillips, que salía furioso del salón. —Ya te dije. Si tanto amas a tu hija, déjala aquí y vete. Puedo ponerle una niñera de por vida. ¿Quieres dinero?, firma el maldito divorcio y lo tendrás, luego desaparece por siempre —Gerald se detuvo, volviendo a ver a la mujer rubia, se inclinó haciendo contacto con sus ojos color miel. Él lucía frío, vacío, harto de lidiar con ese matrimonio hecho pedazos desde hace tres meses—. No te
>>> Emily Robinson: Mis ojos notaron el bulto en su pantalón. Tragué saliva con inquietud, mientras me continúe desvistiendo. Puf~ Un pequeño sonido se produjo cuando dejé caer mi vestido y me quité las copas del sostén, lanzándolas también al suelo. Quedándome complemente desnuda ante él, con nada más que el collar que me puso y mis anillos de compromiso y matrimonio. La luz tenue de las velas en la mesa iluminaban la estancia, en esa tranquila noche en el Yate. Sentí cómo la brisa fresca de la noche recorría toda mi desnudez. Él dejó caer su cinturón e iba a bajarse la cremallera, pero… —Espera… —le dije. Franklin se detuvo, levantó la mirada, viéndome expectante, ansioso, sabía lo que haría. Me acerqué, me detuve frente a él, y me puse de rodillas. Comencé a apartar mi cabellera pelirroja—. ¿No vas a rechazarme o hacerme feos comentarios esta vez? —pregunté entre risas que trataban de ocultar mi nerviosismo. Mientras sentía mi rostro arder de la vergüenza. —No… —s
Último capítulo