66. Y menos aún... la tuya
Nuria
Su olor todavía estaba en mí.
Incluso después de la ducha prolongada, incluso después de lavar cada centímetro de mi piel como si intentara quitar algo que ya no estaba afuera, sino dentro.
El agua corrió caliente por mi espalda, pero no me quemaba tanto como los recuerdos de la mañana. Sus ojos plateados. Su voz ronca. Las órdenes. Mi cuerpo… obedeciendo.
Respiré hondo.
Me puse la única ropa que todavía me hacía sentir invisible: el uniforme gris de sirvienta. Insulso, demasiado ajustado en el pecho, demasiado holgado en las caderas. Casi como yo.
Yo no era la que despertó en la cama del Alfa.
Yo era la del vestido gris apagado. La que era igual a las demás.
Pasé por el pasillo, evitando cualquier reflejo en los espejos. Evitando recordar el sonido de mi voz susurrando su nombre. Evitando recordar la forma en que me miró, como si quisiera devorarme.
Necesitaba huir de aquello. Ocuparme. Esconderme.
Encontré a Teodora y Jenna en el segundo piso, organizando la limpieza del ala n