65. Deseo intenso

Nuria

Lo primero que sentí fue el vacío.

No el emocional. Ese ya lo conocía. Era físico. El calor que envolvía mi cuerpo durante la noche había desaparecido. Y cuando abrí los ojos, vi que la enorme cama estaba vacía.

Stefanos no estaba allí.

Me senté despacio, las sábanas aún pegadas a la piel, y miré a mi alrededor. La habitación estaba iluminada por la luz de la mañana que entraba por las ventanas altas. La cama deshecha, la almohada arrugada donde él había dormido.

Pasé la mano por el lugar que aún guardaba su olor y respiré hondo. Sándalo. Humo. Lobo.

El recuerdo de la madrugada aún estaba fresco. El calor de su cuerpo envolviéndome por detrás. Los brazos, la respiración en mi cuello. Y luego… la voz ronca diciendo que me curaría. Que tocaría cada parte rota.

Pero yo no estaba rota.

Sobreviví.

Aun así, había algo en él… algo en la forma en que me miraba, en que me sostenía, en que murmuraba cosas entre la provocación y el cuidado. Era como si él supiera exactamente dónde me dolía
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