67. Decisión precipitada
Stefanos
Ella seguía contra la pared.
Los labios húmedos. La respiración descompasada. El olor a deseo aún en el aire.
Pero entonces… esa sonrisa. Esa maldita sonrisa triste.
"Yo no puedo ser", murmuró ella. "Y menos aún… la tuya".
La frase se clavó en mi mente como una cuchilla. El silencio entre nosotros fue ensordecedor. La rabia surgió primero — como siempre.
Mi mano aún estaba en su cintura. Pero ahora parecía quemar. Como si su toque me hubiera marcado con fuego.
Aparté los dedos, como quien despierta de un hechizo y se da cuenta de que fue engañado.
"Repite", pedí. La voz salió baja. Tensa.
"No puedo ser tu Luna".
Mi pecho se infló, pero no de aire. De furia.
Por dentro, mi lobo aulló.
Se removió, confuso. Furioso. Inconforme. Él la había elegido. La había sentido. La había marcado. Y ahora… estaba siendo rechazado.
"¿No puedes... o no quieres?", pregunté, la voz fallando entre sarcasmo e incredulidad.
"No puedo", respondió ella, firme. "No es sobre ti".
"Siempre es sobre mí, N