171. El dolor de la pérdida de un hijo
Stefanos
Aún sentía a Nuria contra mi pecho, su olor intentando anclarme a la realidad, cuando llamaron a la puerta.
Un golpe corto. Rápido. Urgente.
Mi cuerpo entró en alerta automática.
"A esto me refiero con que siempre hay algo más...", Nuria suspiró mirándome.
"Te prometí el cielo, no dije que ya estuviéramos allí". Ella sonrió de lado y besé sus labios con cariño.
La aparté despacio, sintiendo su calor escapar, y caminé hasta la puerta.
Rylan estaba allí.
Pálido. La mandíbula tensa. Las manos cerradas en puños inútiles a los lados del cuerpo.
La sangre se me heló en las venas.
"Habla", ordené, sin rodeos, presentiendo que teníamos otro problema en camino.
Él abrió la boca... y dudó.
Buscaba las palabras correctas. Y yo odié eso. Cada segundo de silencio era una tortura.
"Dime ya qué pasó, Rylan", gruñí. "No tenemos tiempo para rodeos".
Él tragó saliva.
"Es sobre Johan", dijo, por fin.
Solté una risa seca. Ácida. Un sonido que me arañó la garganta como trozos de cristal.
"Claro q