172.
Stefanos
El silencio después de la destrucción era ensordecedor.
Me quedé parado en medio del vestíbulo, mirando a mi alrededor.
Madera rota. Cristales hechos añicos. Muebles partidos por la mitad. El reflejo exacto de lo que sentía por dentro.
Mis manos todavía temblaban, pero ahora era diferente. No era rabia. Era algo peor. Era el vacío.
Por un instante, sentí el peso de los ojos de Nuria y Rylan sobre mí. Pero no me moví.
Yo sabía lo que tenía que hacer.
"Quiero ir allí", dije, mi voz sonando como una cuchilla fría en el aire.
Nuria intentó acercarse. Rylan también.
Pero yo ya estaba andando.
Nada de lo que dijeran me haría parar.
** La distancia hasta el lugar del ataque se recorrió en silencio.
El coche se deslizó por la carretera sombría, el sonido de los neumáticos en el asfalto mojado era el único ruido que llenaba el espacio sofocante.
Cuando nos detuvimos, me bajé antes incluso de que el conductor apagara el motor.
El olor a quemado aún flotaba en el aire, espeso, pegajoso.