La sala de recuperación del Hospital Central estaba en silencio, salvo por el leve pitido de las máquinas que monitoreaban los signos vitales de Aurora. Alexander permanecía de pie junto a la ventana, observando la ciudad iluminada desde la altura del cuarto piso. En su mano derecha sostenía un expediente con los últimos reportes de la operación, aunque su mente estaba lejos de concentrarse en los datos. Su mirada se desvió a Aurora, que descansaba en la cama, su respiración tranquila pero aún débil. Habían pasado apenas unas horas desde que fue ingresada, y aunque estaba estable, Alexander sabía que el camino por recorrer sería largo.
Mientras tanto, en otro rincón del hospital, Halcón 2 y otros agentes revisaban las grabaciones de las cámaras de seguridad de la cabaña de Ricardo Brown. En las imágenes borrosas, podían distinguir al fugitivo moviéndose con precisión, burlando los sensores y desapareciendo por la entrada trasera. Era un hombre astuto, calculador, y cada movimiento suy