Después de dos semana en la cabaña, tenemos que regresar a la ciudad. Antonio me lleva a mi apartamento.

La puerta se abre y dejamos nuestro equipaje en la sala, el viaje de regreso ha sido largo y necesitamos una ducha urgente.

La primera en meterse en la ducha soy yo, y pego un respingo de anticipación al sentir sus manos en mi cintura, su pecho desnudo se pega a mi espalda. Besa mi cuello y me ayuda a pasar la esponja por mi cuerpo, deteniendola a propósito en cierto lugares, lugares que me hacen volverme hacia él y pegar mis labios a los suyos, en un beso lleno de necesidad.

Y nos dejamos llevar bajo la lluvia artificial de la ducha, comienza a bajar su boca dejando besos húmedos por mi cuello, hombro, pechos y vientre. Cuando sus besos van un poco más arriba de mi intimidad, mi centro palpita de deseo.

— Esto es... Es... –suspiro agitada.

—Mi amor, me tienes loco... Separa un poco las piernas... –su voz es ronca y sensual; mis sentidos atentos a sus caricias y obedezc