Antonio sanó mi corazón cuando menos me lo esperaba, un corazón que por primera vez ama desde que dejó de creer en el amor con la muerte de mis padres. Con su ternura, con su pasión, con sus locuras e inigualables palabras que me dejan sin aliento, me enseñó a amar y a ser amada de la misma forma e intensidad, con cada latido de mi corazón. Así también, yo curé y llené su corazón de vida, según él, desde la primera vez que nos vimos.
Llevamos dos meses en una relación que me encanta, si tan solo yo no me hubiera resistido tanto, llevaríamos mas tiempo. Y por eso lo he pensado mucho a pesar de no haberselo dicho, y creo que mi decisión nos hará a ambos felices a su lado.
—Amore mío, ¿cuándo aceptaras ser mi esposa? –me pregunta otra vez, mientras estamos en la librería de Adela.
— Todavía no es el momento... –digo bromeando, porque ya he tomado una decisión.
— Jajajjaja eres malvada con mi pobre y enamorado corazón... –me roba un beso–¿Qué tal si nos escapamos, y nos casamos e