Con todo su dolor de padre a cuestas, el Alfa Luciano tuvo que seguir en la batalla, si se quedaba inmóvil lo matarían en un santiamén y ahora eso es lo que menos beneficioso sería para su manada, el día que el de retirara uno de sus hijos ya debía estar nombrado cómo su sucesor
Divisando la casona en ruinas, Luciano pudo percibir el olor de su cachorro, Adriano se encontraba dentro, avanzó sigiloso inspeccionando todo desde su gran altura
Una vez que dió con la oscura habitación, pudo ver a su hijo en su forma humana abrazado a la mano de su luna
Adriano levantó su verde mirada triste hacía su padre, ella... está muerta!... al Alfa Adriano le había costado demasiado decir esas palabras, sentía un profundo dolor en el pecho y un nudo en la garganta, quería morir con ella ahí mismo
El Alfa Luciano lo miró muy decidido, no importaba que su hijo Adriano fuera un poderoso Alfa sanguinario y cruel, para el seguía siendo su pequeño cachorro, todavía recordaba el día en que nació y lo tuvo po