Cinco inviernos
Ariana Prescott
El tiempo pasó sin pedir permiso.
Lo juro, hubo días en que sentí que los minutos no avanzaban, noches eternas entre biberones y llantos, mañanas en que apenas podía sostenerme en pie… y, sin embargo, cuando me detuve a mirar, ya habían pasado cinco inviernos.
Cinco inviernos desde que dejé Nueva York.
Cinco inviernos desde que aprendí a ser madre de dos.
Cinco inviernos desde que intenté enterrar a Elián en lo más hondo de mi memoria, sin mucho éxito.
Los gemelos crecieron entre risas, caídas en bicicleta y dibujos torcidos que decoraban mi nevera como si fueran obras de arte.
Yo aprendí a sonreír genuinamente, a no hablar de él, a no buscarlo en internet… al menos no tan seguido.
Había construido una vida sólida: un trabajo estable en la oficina de consultoría donde me respetaban, un hogar cálido lleno de juguetes, colores y huellas de manos en las paredes, y una red de apoyo que me sostenía en los días d