Dos corazones, un secreto
Ariana Prescott La foto estaba pegada en la puerta del pequeño armario junto a mi cama. Cada vez que abría los ojos, cada mañana, lo primero que veía eran esos dos puntitos latiendo. Mis gemelos. Mis hijos. La primera semana después de la ecografía fue como aprender a caminar de nuevo: cada paso era extraño, incierto, y cada pensamiento venía acompañado de una pregunta que me helaba la sangre. ¿Podré con dos? ¿Seré suficiente para ellos? ¿Y si algún día me preguntan por él? Me pasaba horas acariciando mi vientre, aún apenas visible, como si pudiera transmitirles la calma que yo no tenía. No les conté a mis hermanos de inmediato. Quise quedarme con el secreto un par de días, abrazarlo solo para mí. Era egoísta, pero lo necesitaba. El jueves, en la cena, solté la bomba. —No es uno —dije mientras todos hablaban entre risas—. Son dos. El silenci