POV DE KIRA
La voz del sacerdote era tranquila y firme, pero en el momento en que pronunció aquellas palabras tradicionales, algo dentro de mí se tensó.
“Si alguien aquí tiene alguna razón por la cual estos dos no deban unirse en santo matrimonio,” dijo, levantando la mirada hacia la multitud, “que hable ahora o que calle para siempre.”
El salón quedó en silencio por un instante. Un silencio pacífico. Un silencio esperanzador. El tipo de silencio que suele aparecer justo antes de la bendición.
Pero lo que pasó después me golpeó como un rayo.
Antes de que el sacerdote pudiera continuar, escuché una voz—profunda, familiar, llena de odio.
“Hola.”
Me giré bruscamente.
Simeon estaba de pie.
Simeon estaba de pie—con audacia, con confianza, como si fuese el dueño del lugar.
Los murmullos se extendieron por el salón como fuego sobre hierba seca. La gente se levantó de inmediato. Algunos ancianos se pusieron de pie temblando. Algunos invitados se taparon la boca. Otros comenzaron a murmurar en