A regañadientes Tomás subió al vehículo. El camino hacia la clínica no fue un trayecto agradable, fue más una tortura que un intento se proteger a Clara. Y es que algunos sentimientos habían comenzado a florecer y el temor de que Gabriel pudiera aparecer nuevamente le causaba celos. No era fácil pasar de no tener en común algo con Leonor a sentir que podía enamorarla.
Esa parte maternal que había visto en Leonor, su forma de ser y lo hermosa que era causaba en el sensaciones inexplicables. Mismos qué estaba intentando reprimir.
Pero tomas entendían qué Clara necesitaba atención y no podía ser egoísta, así que también se culpó por ello, había sido irracional.
—¿Qué tan cliente está? —preguntó con culpabilidad.
Leonor llevaba a Clara contra su pecho, sintiendo cada respiración entrecortada, cada estremecimiento que le atravesaba el alma.
—Sigue igual, Tomás. —Respondió Leonor con voz entrecortada.
Estacionaron el vehículo en el parqueo de la la clínica. Tomás caminaba a su lad