Capítulo 31

Abrí mis ojos sobresaltada con el corazón acelerado. Miré a mi alrededor buscando a Austros o Balios, pero no estaban. Una pequeña habitación me rodeaba, con paredes azul cielo y cortinas blancas. Era de noche y la brisa fría entraba por las ventanas, una manta de color blanco me cubría y tenía un suero conectado a mi brazo. Miré a mi derecha y el corazón se me detuvo. Felis estaba totalmente dormido en el sofá. Mis ojos se tornaron llorosos e intenté levantarme pero no tenía fuerzas. Llevé una mano a mi cabeza y noté que mi cabello estaba recogido dentro de un enorme vendaje.

Alcancé el vaso de agua que había en la mesita de al lado y bebí un sorbo despacio. La garganta me dolió cuando el agua descendió y emití un gemido de dolor que hizo que Felis abriera los ojos de inmediato.

—¿Bianka? —preguntó.

Su voz me envolvió como un abrazo caluroso y finalmente sentí tranquilidad. Estaba casa, con ellos. Practicamente corrió hasta la cama y acunó mi rostro en su mano.

—¿Cómo te sientes, dul
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