Los labios de Gerión seguían devorando los mios a tal punto que sentía que en cualquier momento iba a perder la fuerza en mis piernas. Él pareció notarlo y me impulso con sus manos hasta sus caderas donde enrede mis piernas sin separar nuestros labios. Él entró a la cabaña y el calor del lugar abrazó mi cuerpo helado.
Mis manos agarraron la goma que siempre llevaba recogido la melena del hermano mayor y me deshice de ella para enredarlas en su cabello, él soltó un gruñido y mordió mi labio inferior con fuerza.
Sus labios bajaron a mi cuello y dejaron besos húmedos en toda la zona mientras me llevaba a quien sabe donde. Ni siquiera podía hablar, solo era capaz de sentir sus labios y sus manos apretando mi trasero.
Sentí frío cuando mi cuerpo se separó de repente del suyo y luego mi espalda chocó contra algo suave y cómodo. Estábamos en una habitación y él me había prácticamente lanzado a la cama.
—Espera aquí —ordenó y desapareció por la puerta de la habitación.
Recorrí el lugar con la