El humo aún se alzaba desde las ruinas del ala este cuando los supervivientes del ataque se reunieron en la Sala del Consejo de Emergencia, un espacio austero tallado en piedra que había servido como refugio durante los asedios más brutales de la historia de Eldoria. Las antorchas proyectaban sombras danzantes sobre las paredes húmedas, y el aroma a piedra mojada se mezclaba con el olor persistente a pólvora y sangre que se había adherido a sus ropas.
Isabella se encontraba de pie junto a Sebastián, ambos con heridas superficiales que Lady Cordelia había vendado apresuradamente con tiras de seda arrancadas de las cortinas. La reina Adelina ocupaba una silla de respaldo alto en el centro de la habitación, su corona ligeramente torcida y su vestido de terciopelo púrpura manchado de hollín. Por primera vez desde que Isabella la conocía, la soberana parecía... vulnerable.